El salvamento de vidas es el primer deber de las brigadas contra incendio. Por ello, una de las primeras actuaciones cuando se llega a un siniestro será localizar a las posibles víctimas y proceder a una primera observación y atención. En función de los resultados, se avisará a los servicios médicos o se organizará su traslado urgente a un centro sanitario en condiciones adecuadas.
Se considera que el salvamento sería la única razón aceptable por la que las brigadas contra incendio puede afrontar un riesgo que, en otro caso, sería innecesario, aunque no debe exponerse más que cuando tenga plena seguridad de que podrá realizarlo para no convertirse él mismo en una víctima.
Se debe distinguir entre salvamento y rescate, entendiéndose como salvamento la puesta en seguro de las personas que ya estuvieran directamente afectadas por las consecuencias del siniestro (humo, llamas, etc.) y por rescate, la evacuación a lugar seguro de las personas y bienes que podrían ser afectadas por el siniestro si permanecen en el lugar (plantas colindantes, pisos superiores e inferiores, etc.)

Cuando es posible llegar junto a las personas en peligro, las brigadas contra incendio deben ayudar dándoles ánimos y sosteniéndolas si fuera preciso. Si no se prestan a colaborar porque están presas del pánico, hay que transportarlas de buen grado o a la fuerza.
Cuando exista un riesgo de explosión, inundación, etc., que pueda afectar al entorno, las brigadas contra incendio primero deben actuar sobre las personas, avisando a los amenazados por megafonía (a los más cercanos) o a través de los medios de comunicación (si el área afectada es extensa). Estos avisos deben hacerse con extremo cuidado para no provocar situaciones de pánico colectivo.

